Ya sea un juego rápido en una tableta, el canal de YouTube favorito de un niño en edad preescolar o esos “cinco minutos más” a los que todos nos hemos dado cuenta, el tiempo frente a la pantalla sucede.
Pero aquí está la cuestión: no todo el tiempo frente a la pantalla es igual. ¿Y cuándo empieza a reemplazar el juego real y práctico? Ahí es cuando entramos en el terreno de la pudrición cerebral.
Hablamos del tipo de contenido que se desplaza sin parar, pero no enseña nada. Vídeos llamativos que agotan la capacidad de atención. Juegos sin espacio para la imaginación ni el desafío: solo tocar, ganar, repetir. Es un chupete digital, no una herramienta de aprendizaje.
¿Juego con bloques? Eso es otra historia.
El verdadero aprendizaje ocurre fuera de la pantalla

Imagina a tu hijo apilando bloques para construir una casa, solo para que el techo se derrumbe. Así que lo intenta de nuevo. Y otra vez. Eso no es un fracaso, es aprendizaje . Se llama ensayo y error, y es una de las primeras maneras en que los niños desarrollan habilidades para resolver problemas del mundo real.
Con una pila de bloques gigantes , no solo juegan, sino que experimentan, planifican y se adaptan. El tiempo frente a la pantalla rara vez les da a los niños este espacio para fallar sin riesgos, intentar cosas diferentes y reflexionar .
El tiempo frente a la pantalla es pasivo: los bloqueos exigen acción
Es fácil entender por qué los niños se enganchan a las pantallas. Colores brillantes, recompensas instantáneas, entretenimiento ininterrumpido. ¿Pero demasiado? Acostumbra al cerebro a esperar dosis fáciles de dopamina. Y con el tiempo, eso hace que concentrarse en algo que no sea llamativo se vuelva aburrido.
Los bloques no brillan. No te animan cuando ganas. Lo que hacen es invitar a los niños a moverse, crear y pensar.
Jugar con bloques de construcción extragrandes anima a los niños a levantarlos, apilarlos, gatear y diseñar. Este tipo de juego involucra todo el cuerpo, no solo los pulgares y los ojos.
La imaginación necesita espacio, no un guión

Muchas aplicaciones afirman ser "creativas", pero seamos sinceros: todas siguen un guion. Coloreas entre líneas. Construyes dentro de un mundo predefinido. Ganas al seguir las reglas de otros.
¿Juego de bloqueo? Sin guion. Sin reglas. Sin respuesta correcta.
¿Quieres construir un dragón del espacio exterior? ¡Genial! ¿Un túnel arcoíris para peluches? ¡Mejor aún! Los niños lo imaginan, lo construyen, lo derriban y empiezan de nuevo. Es un juego libre que estimula la creatividad de maneras que las aplicaciones preprogramadas no pueden.
Las habilidades sociales no se construyen a través de pantallas
Ni siquiera los juegos interactivos pueden reemplazar las habilidades sociales que los niños adquieren con el juego práctico. Cuando construyen juntos, aprenden a compartir, comunicarse, negociar y liderar. Resuelven problemas juntos y, a veces, discuten (y lo solucionan). Es un poco caótico, pero mágico.
Con los bloques de construcción gigantes , cada construcción se convierte en una oportunidad para colaborar. Ya sea un proyecto para el aula o una torre para la sala, el trabajo en equipo se fortalece con cada colorida pieza encajada.
La capacidad de atención se está reduciendo y eso es un problema
Los videos de ritmo rápido y los juegos hiperestimulantes entrenan a los cerebros jóvenes a anhelar la acción constante . ¿El resultado? Menor capacidad de atención, menor tolerancia a la frustración y dificultad para mantener la atención ante cualquier actividad lenta o desafiante.
El juego con bloques funciona en la dirección opuesta. Enseña concentración. Recompensa la paciencia. Es lento, práctico y profundamente satisfactorio. No se trata de gratificación inmediata, sino de descubrir cosas .
Los bloques de construcción construyen más que solo torres

La verdad es que las pantallas no van a desaparecer. Y eso está bien, siempre que se usen de forma equilibrada. Pero lo que los niños realmente necesitan es jugar en el mundo real, sin cables ni filtros.
Ahí es donde entran en juego los Biggo Blocks . Estos bloques de construcción grandes, llamativos y abiertos no vienen con luces intermitentes ni niveles de bonificación. Vienen con posibilidades.
Vienen con ensayo y error. Con ideas que empiezan pequeñas y crecen. Con torres que se derrumban y se reconstruyen. Con un aprendizaje que no se siente como aprendizaje, pero que sin duda lo es.
Construyamos un mejor juego
Cuando tu hijo aprende a usar Biggo Blocks , no solo está jugando. También está desarrollando confianza. Desarrolla su capacidad para resolver problemas. Practica la paciencia. Aprende a colaborar. Y descubre que sus ideas importan.
Ninguna aplicación, ningún vídeo y ningún videojuego puede sustituir eso.
Así que la próxima vez que necesites tiempo para jugar, olvídate de los videos de cerebros podridos. Recoge los bloques. Únete a tu hijo en el suelo. Haz preguntas. Construye torres. Derríbalas. Repite.
Porque ¿qué enseña el juego con bloques? Es lo que se pega.